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Columna "Chacaleo"

“Gasolinazo” y la mala comunicación gubernamental

Llama la atención que Michoacán, una de las entidades donde históricamente se han gestado los movimientos sociales más trascedentes del país, las protestas contra el alza en los precios de las gasolinas haya quedado en marchas con poca participación ciudadana. Michoacán, en otras ocasiones se significó por ser noticia nacional e internacional debido a conflictos postelectorales, manifestaciones y paros magisteriales, ahora destaca por la indiferencia de sus ciudadanos en contra del llamado “gasolinazo”.

En Michoacán, las manifestaciones contra la liberación de los precios de los combustibles para vehículos de motor terrestre, no prendió como muchos pensábamos. Algunos miembros de la CNTE organizaron marchas, también transportistas protestaron, pero aislados, nunca se formó un frente común para repudiar la medida gubernamental.

Tal parece que en Michoacán se está más preocupado por temas como el quebranto financiero heredado de otras administraciones. Quizá el “gasolinazo” es un asunto menor. Quizá en Michoacán lo que menos se quiere es violencia provenga de donde provenga.

En todo México, al paso del tiempo parece que el conformismo alcanza a los ciudadanos y poco a poco se le da la razón a quienes intentan convencer de que el incremento al precio de la gasolina afecta a los que más tienen; y no a la clase trabajadora, porque este sector de la población ni coche tiene, por tanto no consume gasolina.

Claro, el grueso de la población no tiene auto y por tanto no comprar gasolina, pero sí tiene la necesidad de comprar pan, frijol, verduras, frutas; así como otros productos básicos transportados en vehículos que sí consumen gasolina.

El Gobierno Federal se ha caracterizado en esta crisis social derivada del incremento en los precios de las gasolinas, como una institución reactiva y no activa. Anunciaron el llamado “gasolinazo” y luego se escondieron al menos dos semanas. Aplicaron el incremento el 1 de enero, pero el Presidente Peña Nieto dio la cara hasta tres días después, con un discurso que lejos de convencer, generó mayor irritación entre los mexicanos.

Queda claro que la comunicación gubernamental es ineficiente. La administración federal le apostó al pronto olvido del “gasolinazo” y nunca diseñó una estrategia para explicar al Pueblo de México las bondades de liberalizar los precios de las gasolinas. Tampoco explicó a tiempo, la tendencia a la alza en los costos internacionales del petróleo. Es decir: dejaron todo a la bondad del pueblo mexicano que tanto aguanta y nunca convencieron o por lo menos intentaron informar la necesidad de cancelar el subsidio a los combustibles porque “solo beneficiaba a los ricos”.

La mala comunicación gubernamental cataliza el descontento social. La mala comunicación gubernamental, es propia de los gobiernos autoritarios e insensibles, que le apuestan a la buena fe de sus gobernados. La mala comunicación gubernamental en nada ayuda al pueblo, al revés, le limita ese derecho a estar bien informado. La mala comunicación gubernamental, es el signo del Gobierno Federal, desde que se descubrieron los grandes actos de corrupción.
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