El retorno del ex gobernador, complica aspiraciones de otros michoacanos y facilita las de sus más cercanos.
Lázaro Cárdenas Batel se auto exilió 10 años. Pasó todo este tiempo en Washington y nunca se le vio participar en política, aunque tejió fino y se cuidó para no ser dañado por el desastre financiero heredado por su administración.
Lázaro se fue del país y así eludió hábilmente las consecuencias de un sexenio marcado por la inseguridad y una enorme deuda pública: 12 mil millones de pesos solo a los bancos.
El futuro coordinador de asesores del Presidente de México, entregó en 2008 el gobierno del estado en y en 2018 regresa al primer nivel de la política; despachará muy cerca de Andrés Manuel López Obrador, con amplio margen de maniobra y gran influencia en todos los sectores del poder público.
El retorno del ex gobernador a México, complica las aspiraciones de personajes como Cristóbal Arias y Leonel Godoy; el de Churumuco de alejó de los Cárdenas frustrado por no lograr la gubernatura y el costeño gobernó sin influencia de la estirpe más reconocida en Michoacán.
En contrario, otros michoacanos como Gabriel Mendoza Jiménez y Jorge Reza Maqueo, tienen buenos augurios; seguramente estarán en el gobierno federal, ambos en posiciones estratégicas.
A Silvano no le viene mal la designación de Lázaro. El hijo mayor del ingeniero Cárdenas puede ser un buen interlocutor del gobernador con el Presidente López Obrador.
Los Cárdenas son hábiles cuando se trata de ejercer el poder. Los descendientes del general y ex presidente son pragmáticos cuando se trata de retomar el poder en Michoacán.